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Wednesday, June 30, 2010

Marciano, el putrefacto

Tomado de Noticiero Digital

Pedro Lastra

Junio 30, 2010

Un último dato: según cuentas publicadas en la prensa, cada kilo de alimento podrido corresponde a un dólar: van mil seiscientos millones de kilos podridos. ¿Dónde fueron a parar esos mil seiscientos millones de dólares? ¿Cuál es el banco? ¿Cuáles las cuentas? ¿Cómo se llaman los putrefactores del hambre popular? ¿Cuántos de ellos pertenecen a la mafia de Marciano y su familia? ¿Cómo va allí la familia presidencial?

Él quisiera terminar sus últimos días – ya próximos – en un costoso refugio chileno, construido vaya a saber dios con cuantos chantajes y extorsiones, de los que viviera cómoda y holgadamente durante la cuarta, a la que le sacó tanto como pudo. Incluso un viaje a La Habana financiado por CAP II para latonerarle la carcaza. Tuve en mis manos en la embajada de una capital europea una factura por una cuantiosa suma en dólares que uno de los chantajeados de la cuarta le cancelaba por uno de los adefesios de su señora esposa. Para avanzar a las ligas mayores de la corrupción y el enriquecimiento ilícito bajo el paraguas rojo-rojito, junto a Torres Ciliberto, Arné Chacón Escamillo y otras fétidas lacras de la boliburguesía, con quienes se hiciera dueño de bancos y compañías de seguros al amparo de la revolución bolivariana. Dios los cría y el diablo los junta.

Hoy, buscando acomodo ante el troglodita para ver si termina sus días aferrados al destartalado portaviones, pretende reciclarse como denunciante de estupros bancarios. Y él, precisamente él, ladrón entre ladrones y golpista entre los golpistas, anda acusando a los opositores de sus propias taras. Precisamente aquellos que de existir la justicia en Venezuela ya lo hubieran secado en la cárcel. Que tanto se merece como los miembros del entorno enriquecidos con alimentos podridos, chatarra soviética y negociados con las repúblicas aliadas. Véase el caso Eduardo Sadous y la diplomacia paralela. Que pretende achacar a las derechas de ambos países, sin explicar los negociados y corruptelas que se hicieran con su anuencia, mientras era alto funcionario de Alí Babá. Véase el caso Antonini Wilson. Para permanecer sólo en la Argentina del pingüino y madame Botox, que ya se destaparán los arreglos alcanzados con Lula y el lulismo. Por no hablar de Correa, de Morales, de Ortega, de Zelaya. Miembros privilegiados del exclusivo club de los cuarenta ladrones.

Alguien recomendaba prometer amnistías y pasar las páginas para cuando se aproxime el tiempo de la contabilidad. Recordando los millones entregados a algunos jerarcas del perezjimenismo para que hicieran mutis sin provocar inútiles enfrentamientos. Quien esto escribe rechaza frontalmente cualquier mano blanda ante este marciano, podrido en alma y espíritu y a punto de ingresar al reino de la pudrición, el de las oscuras y tenebrosas entrañas del hades. Prefiero ver sus cenizas en la cárcel que su tumba con la sonriente fotografía de su infamia.

Un último dato: según cuentas publicadas en la prensa, cada kilo de alimento podrido le ha costado un dólar a nuestro erario: van mil seiscientos millones de kilos podridos. ¿Dónde fueron a parar esos mil seiscientos millones de dólares? ¿Cuál es el banco? ¿Cuáles las cuentas? ¿Cómo se llaman los putrefactores del hambre popular? ¿Cuántos de ellos pertenecen a la mafia de Marciano y su familia? ¿Cómo va allí la familia presidencial? Huele a podrido en Miraflores. Es el fantasma de Marciano. Ojo con la cárcel de máxima seguridad que debiéramos ir diseñando. Será la más grande, la más ocupada, la más multimillonaria de las cárceles del mundo. Recuerden a Escobar Gaviria.

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