Articulos e informacion sobre el desastre del regimen dictatorial y comunista en Venezuela, de todas las fechorias que cometen el Tte. Cnel. Golpista y su Banda de Hampones Matones, y de las formas de salir de ellos y llevarlos a la justicia y a la Carcel
Thursday, March 31, 2011
El ejemplo de Simón Weisenthal
Por Luis Manuel Aguana
(Dedicado a mi hermano Raúl Luis Aguana, abogado y autor de la idea, dispuesto a seguir los pasos de Simon Weisenthal)
Esto terminará. Tarde o temprano el régimen de Hugo Chávez caerá. Su herencia será una nación dividida, un país arruinado y endeudado hasta los tuétanos, un parque industrial destruido, la mayoría de nuestra sangre vital ausente porque consiguieron otros horizontes donde desarrollarse como personas y profesionales. Por más de una década los venezolanos hemos contemplado un gobierno desmantelar una a una nuestras instituciones más preciadas. Y lo peor es que ese desmantelamiento ha contado con la ayuda y complicidad abierta de personajes con nombre y apellido que han atropellado los derechos humanos de las personas a los ojos impávidos de todos nosotros. Un juez pone en la cárcel por 30 años a los Comisarios sin una sola prueba, un Contralor persigue sin ningún rubor a cualquier dirigente que ponga en problemas la elección de algún candidato del gobierno, los Ministros del régimen y los familiares directos de la familia del Presidente se enriquecen a los ojos de todos sin que opere el más mínimo resquicio de justicia. Se han perdido alimentos en contenedores por valor de muchísimos millones de dólares y los Diputados, con nombre y apellido, de la Asamblea Nacional del gobierno se niegan a investigar, encubriendo flagrantemente un delito, que mas allá del delito de corrupción, es un delito en contra de la humanidad de miles de compatriotas que escarban la basura para buscar alimento. Un agricultor llamado Franklin Brito muere de mengua porque un funcionario con nombre y apellido decidió no entregarle lo que era suyo y una Juez llamada María Afiuni es atropellada en su condición humana por dar un fallo a derecho por una funcionaria, con nombre y apellido, a cargo de un penal de mujeres.
Pero esto terminará, tarde o temprano terminará. Y volveremos a reconstruir. Pero será imposible hacerlo sin que se haga justicia a una época de oscurantismo y persecución. Sin creer ingenuamente que volveremos a ser los venezolanos de antes, tendremos que volver a convivir. Y para eso necesitaremos que se haga justicia. Cuando el régimen termine, Hugo Chávez será el principal pero solo uno de los muchísimos responsables de esta tragedia que se llamó la Revolución Bolivariana. Y huirán, huirán los Magistrados cómplices, los Fiscales, los Ministros, los Narco-Generales, huirán como en su momento huyeron muchísimos oficiales de la SS alemanas culpables de delitos contra la humanidad después de la Segunda Guerra Mundial, con sus bolsillos rellenos de dinero de la corrupción de muchos años. Se esconderán en muchos países del mundo con otros nombres huyendo del brazo de la justicia que necesariamente prevalecerá en Venezuela.
Y como lo hizo en su oportunidad Simon Weisenthal al no olvidar la tragedia del pueblo judío en Europa, habrá venezolanos que no olvidarán la tragedia de Venezuela en estos años de ignominia. Weisenthal, tras haber estado prisionero en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, dedicó gran parte de su vida, a no olvidar y a localizar e identificar criminales de guerra nazis que se encontraban fugitivos y llevarlos a la justicia. Me puedo imaginar al Simon Weisenthal venezolano encontrando e identificando a Luisa Estela Morales en una peluquería en Buenos Aires con el supuesto nombre de Beatriz Algonzaga, o como lo hizo con Aldolf Eichman, secuestrando a Diosdado Cabello de un taller mecánico en Brasil en donde laboraba como perito automotriz. Solo imagínense a Nicolás Maduro en su trabajo de chofer de autobús en Montevideo y de pronto un comando lo baja del autobús y lo mete en el baúl de un carro para traerlo a la justicia venezolana. O a Juan Barreto localizado luego de mucha investigación, trabajando en un bar de travestis en Lima. Tendría un trabajo interesante e intenso esta versión venezolana del cazador judío y tendría mucha colaboración al ser bastante la gente que ha sido afectada por los desmanes de este régimen. No se sonrían, pero esa puede ser perfectamente una versión de nuestro futuro cercano.
No puede ser posible que tanto funcionario público, afecto a este régimen, se olvide que están delinquiendo por temor a perder un puesto de trabajo. Deben entender que esto no es más que un gobierno que pasará, muy malo pero que pasará como tantos otros. La actitud de la Juez Afiuni al actuar de conciencia en el caso que la condujo a prisión nos da la medida de que si existe gente decente y con coraje que hace su trabajo, independientemente del temor. Si todos no tuvieran temor otro gallo le cantara al gobierno. ¿Que locura colectiva esta pasando aquí? Pensará de verdad la Directora del penal donde se encontraba la Juez Afiuni, que no pagará por los delitos de persecución y maltrato a un ser humano y en especial a una mujer enferma? Pensarán los funcionarios que condenaron a los Comisarios a 30 años que eso pasará debajo de la mesa y no pagarán por eso? Pensará de verdad la funcionario que ha perseguido a Biaggio Pilieri que quedará tan campante en el país después de haber pisoteado la justicia como lo hecho? Todos ellos se irán corriendo del país al caer el régimen y serán perseguidos y encontrados por nuestro Simon Weisenthal.
Creo que no habrá un solo cazador sino muchos. Y eso les debería atemorizar a esta pléyade de áulicos del régimen que, tratando de ganar indulgencias, han pisoteado nuestra venezolanidad, nuestra forma de ser como pueblo, nuestra historia. Nunca como ahora había habido tanta iniquidad y tanta maldad persecutoria, ni siquiera cuando Gómez, respetando las distancias. Hasta en el castillo de Puerto Cabello que era donde encerraban a los opositores del régimen de Juan Vicente Gómez y botaban la llave, los esbirros tenían la decencia de dejar pasar para el preso la guitarra del compadre Venancio Laya. Es por eso que así como Hugo Chávez quedará preso en La Haya, el resto de los responsables de esta tragedia no dormirán por el temor a ser encontrados. Y ojala que nuestro Simon Weisenthal tampoco duerma hasta encontrarlos a todos…
Caracas 21 de Febrero de 2011
Wednesday, March 23, 2011
Zelaya: "Chávez me dio un cargo,pero hasta ahora no me ha pagado"
El derrocado presidente hondureño Manuel Zelaya Rosales declaró a un diario mexicano que el mandatario venezolano Hugo Chávez le dio trabajo, dentro de la empresa Petrocaribe, pero es mala paga porque hasta ahora no le ha pagado nada. "Chávez me dio un cargo, pero hasta ahora ni na ni na, no me ha pagado nada, ni siquiera el cesta ticket", declaró Zelaya en una entrevista con el diario "La Jornada", durante la cual admitió que el gobierno dominicano, del cual es "huésped distinguido" desde que salió de Honduras, le paga su manutención, la casa, el transporte y los estudios de sus hijos.
Pese a su velada crítica a Chávez, el depuesto mandatario dijo que el presidente venezolano es su amigo. "A Estados Unidos me lo eché encima porque me hice amigo de Hugo Chávez, que me ha dado en un año a mí lo que los gringos me han dado en diez. ¿Cómo no iba a ser amigo de Chávez? Están locos los gringos", afirmó. Hugo Chávez otorgó a Zelaya en marzo del año pasado el cargo de "coordinador jefe del consejo político de Petrocaribe". (DPA) www.el-carabobeno.com
Ibeyise Pacheco "Sangre en el diván"
Sangre en el diván (increible fue Rector UCV,ahora aparece otro ex Rector en hechos punibles Fuenmayor )
Roberto Lovera De-Sola
El libro de Ibeyise Pacheco nos lleva a una situación más honda: su indagación debe ser tenida a la vez como una inmersión en lo más hondo del malestar venezolano, aquí está expuesta una de las facetas más trágicas de la vida venezolana
No puede leerse sino con dolor, con estremecimiento, el impecable libro de Ibeyise Pacheco: *Sangre en el diván* (Caracas: Grijalbo, 2010. 253 p.) en el cual muestra la personalidad y homicidio cometido por el psiquiatra Edmundo Chirinos en la persona de una de sus pacientes, la joven estudiante Roxana Vargas Quintero(1989-2008).
Como investigación periodística, un rico sendero de la actividad de los reporteros en nuestro tiempo, este libro solo merece elogios, no hay un solo pasaje que sobre ni nada que falte. Es de hecho un hondo acto de justicia en una sociedad, como la nuestra de estos días, en que esta ha dejado de existir.
Es tan hondo lo que vamos leyendo al seguir a Ibeyise Pacheco en su indagación que lo primero que viene a nuestra mente al cerrar este terrible libro es volver a citar una frase muchas veces repetida por Francisco Herrera Luque (1927-1991) según la cual los venezolanos estábamos obligados a “no silenciar ni los actos dignos de reprobación como aquellos dignos de alabanza”. Aquí estriba una de las bases esenciales de este libro.
Nos hemos sentido obligados a redactar esta reseña porque hechos como el que se narra este libro no deben repetirse, ello porque lo más grave que vimos y que aquí encontramos registrado no es la existencia de un delincuente, todas las sociedades los tienen, sino la red de complicidad por décadas silenció esos hechos que ahora se han hecho públicos.
En el caso de *Sangre en el diván*, el título no puede ser más exacto, fue en el diván, centro litúrgico de la psicoterapia y de la sanación de los pacientes, en donde se cometió aquel bárbaro crimen.
Y aquí el libro de Ibeyise Pacheco nos lleva a una situación más honda: su indagación debe ser tenida a la vez como una inmersión en lo más hondo del malestar venezolano, aquí está expuesta una de las facetas más trágicas de la vida venezolana. En este caso es válida la pregunta el médico Miguel Ángel de Lima, entrevistado por la reportera: “¿Está la sociedad enferma?
Sí. Parece que se premia la mentira, los fraudes, el engaño. La sociedad en pos del éxito” (p.166). No hay que olvidar aquí la forma como en este país se han exaltado a los peores seres y lo mala madre que ha sido Venezuela de sus mejores hijos. Duele decirlo pero es así.
Tal el caso de Edmundo Chirinos (Churugara, Falcón,1933) quien pudo engañar a muchos durante mucho tiempo pero no a todos siempre, según la célebre frase del presidente norteamericano Abraham Lincoln (1809-1865).
El psiquiatra de quien se trata en *Sangre en el diván*, 12 de julio de 2008, asesinó en Caracas, en su propio consultorio de La Florida, a su paciente Roxana Vargas Quintero, entre las 7:30 y las 10 de la noche. Casi un año antes, en la primera sesión a la que asistió la joven a su consultorio, en el año 2007, la había dopado, violado y fotografiado desnuda, igual que a numerosas de sus pacientes, como lo comprobó la investigación policial. 1200 fotografías de mujeres desnudas aparecieron en su casa de habitación, no todas desde luego gráficas de sus pacientes, pero según la investigación policial, al menos 400 tenían esa procedencia.
Aquel hecho increíble, rápidamente descubierto, puso al descubierto en nuestra sociedad la existencia de un delincuente que se había movido entre nosotros sin que nadie sospechara su verdadera personalidad. Se le tenía solo como un mujeriego. Este había llegado a ser Rector de la UCV, parlamentario y participado en la política. Pero la verdad plena de quien era no había sido sospechada. Hubo personas, para nada amigas del médico que no creyeron en su culpabilidad hasta el día en que fue condenado en los tribunales. Hasta ese momento había parecido que todo aquello era increíble.
Así el suceso puso sobre el tapete, como indica la autora de *Sangre en el diván*, “El problema para Chirinos y su defensa no sólo era su posible responsabilidad en el homicidio contra Roxana Vargas. Al psiquiatra le había llegado el momento de confrontar denuncias numerosas que comenzaron a circular, en especial vía Internet, sobre abusos sexuales cometidos por el médico en ejercicio de funciones. El juicio moral comenzó a cobrar una fuerza impresionante” (p.75).
Habían explotado la acumulación de vicios y de corrupción personal, esta se había hecho pública, ya, por su último hecho, era imposible seguir ocultando la verdad. Está había estallado. La historia universal está llena de casos como este de Edmundo Chirinos, ¡no hay nada oculto bajo el sol!.
EL PSIQUIATRA
Todo lo que nos expone Ibeyise Pacheco es claramente coincidente con una personalidad enferma. Basta leer con atención el capítulo autobiográfico, lúcidamente titulado por ella “El delirio”, para darse cuenta que su personaje vivió en medio de sus mil fantasías. No sabemos al leer *Sangre en el diván* el origen de estas páginas: ¿le fueron dictadas por el propio Chirinos?¿o proceden de unas memorias que él redactó y no publicó, pero sobre la cual corrió la noticia de su existencia en nuestra comunidad intelectual? Sea cual sea su origen son en casi todos sus pasajes falaces, incluyen además afirmaciones, sobre todas las históricas, que pueden ser refutadas con un libro de historia de Venezuela en la mano. Y su idea de que toda idea novedosa procedía de él no puede ser más errónea. Es lastimoso leerlas. Al igual que la entrevista que le hizo Miyó Vestrini (1938-1991), que se recoge en el apéndice del volumen. Es impecable como todo lo que Miyó hizo en vida pero a la luz de lo que hoy conocemos del entrevistado no pueden ser tomadas en cuenta ninguna de sus respuestas.
EL DELINCUENTE
¿Cómo un delincuente de esa catadura anduvo entre nosotros, en el país, en la universidad, en el parlamento, sin que nos diéramos cuenta de quién era es la gran interrogante que subyace en el libro de Ibeyise Pacheco. Y ello porque se hace presente la sociedad de cómplices que lo encubrieron, los psiquiatras que atendieron a las pacientes violadas por él y guardaron silencio como si formaran parte de una sociedad de delincuentes de mutuo auxilio.
El personaje auscultado con tanta precisión por la periodista es sin duda un sexoadicto: es de esos hombres no pueden ver una mujer sin llevársela a la cama. Pero luego la olvidan, inmediatamente, porque como no sabe amar o no puede amar, cosa evidente en todo sexoadicto, no llega a tender lazos con ella.
No tiene conciencia, por su patología, no hay que ser psiquiatra para verlo así, de que no puede existir amor sin compromiso, sin sentir las huellas que una mujer amada deja en el hombre que la ama, por ello hay amores que nunca se olvidan, por eso hay amores que nunca acaban. Es por ello que hoy las mujeres reclaman tanto la llamada del hombre después de una noche de amor. Toda la literatura latinoamericana escrita por mujeres, que es fascinante para comprender el ser femenino, lo registra. Y la venezolana también, tal *El aplauso va por dentro* (1997) de Mónica Montañéz.
Pero este caso era distinto porque se trata de un enfermo: “Chirinos utilizaba la psiquiatría como excusa para abusar sexualmente de sus pacientes y cometer actos perversos, indignos” (p.200) como lo indica al investigador policial.
Tan grave es el asunto que los tres psiquiatras entrevistados por la autora para trazar el croquis de la personalidad perturbada del psiquiatra, y ahora homicida, “Chirinos de siempre, ha sido un seductor exagerado patológico” (p.158), indica el psicoanalista Rómulo Lander; Miguel Ángel de Lima, otro psiquiatra, “Chirinos es incapaz de amar. Solo se quiere él. No puede generar un vínculo real con nadie…También está su incapacidad de aprender de la experiencia” (p.165). Y la galeno Carmen Vallenilla, también entrevistada para *Sangre en el diván*, “Creerse Dios se llama narcisismo. Y para ser narciso, tú tienes que tener un buen nivel intelectual. No sólo belleza física. El narciso es el personaje que tiene la razón, la verdad en sus manos. Es capaz de hacer milagros. Hipnotiza, cautiva.
Todo lo que sucede a su alrededor se debe a él. Todo es producto de él, hasta donde su imaginación lo determine. Un narciso fácilmente se lleva la ética por delante. ¿Por qué no se la va a llevar? De hecho juega constantemente con la fama” (p.167-168). Y añade: “El comportamiento de Chirinos pareciera que no sólo tendría que ver con su narcisismo…siento que él tiene un problema con su sexualidad. El puede gozar, disfrutar del poder que tiene sobre alumnos, pacientes, pero yo lo siento aun más bizarro, más complicado…Además de otras características que tienen que ver con la falta de ética con los demás…A él no le importa nada, ni nadie” (p.168).
EL SUCESO
El asesinato de Roxana Vargas Quintero lo cometió Chirinos, de forma atroz, golpeándole la cabeza contra la pared, dejando lleno con la sangre de la muchacha el diván de su consultorio. Ello fue el 12 de Julio de 2008. Luego sacó el cadáver de su clínica y lo hizo arrojar en un vertedero de basura.
Siempre creyó que no sería descubierto, había vivido hasta ese día, toda su vida, al filo de la navaja. Pero aquella era su hora, no la menguada sino la de la justicia. Pero era imposible esconder el crimen dados los testigos de aquellos hechos, la hermana, los padres de la muchacha y sus amigos. La madre denunció al siquiatra ante las autoridades. Cuatro días más, el 16 de julio, la opinión pública conocía quien había sido el autor del homicidio.
De hecho comenzaron a aparecer otras víctimas, entre ellas una señora mayor, que había sido paciente del psiquiatra, también ella había sido violada por él. No pudo defenderse entonces pero guardó las pruebas: la ropa que llevaba ese día, toda llena del semén de Chirinos, la entregó a la policía. Inmediatamente también empezaron a conocerse las numerosas denuncias hechas por pacientes mujeres de Chirinos por hechos similares, varias de estas están presentadas en *Sangre en el diván*.
Tras el asesinato, la investigación cuidadosamente llevada adelante por el criminalista Orlando Arias, impecable sabueso quien cuidó siempre que la política no influyera en sus pesquisas, conocía bien la vinculación de Chirinos con el gobierno. En esa labor la inmensa red de mentiras dichas por Chirinos lograron quedaron al descubierto y ser refutadas, una tras otra, por el paciente detective Arias. El 29 de julio de 2008 le fue formulada a Chirinos la acusación por homicidio intencional; al día siguiente, 30 de julio, fue detenido; el 29 de septiembre 2010 fue condenado 20 años de prisión y se prohibió del ejercicio de la psiquiatría.
ROXANA
Lo que sucedió a Roxana Vargas Quintero, no pudo ser peor, rindió la vida en manos del psiquiatra. Todo de forma inocua. Ella fue primero su paciente. La primera cita fue el 30 de septiembre de 2007, un año antes de su homicidio. En ese primera cita el abuso sexual cometido no puede ser sino calificado como una violación (p.18). Violación es siempre, a nuestro entender, cualquier relación tenida sin la aceptación plena de la mujer, incluso cuando se trata de una esposa. La misma Roxana confesó en su blog que en ese primera relación él no la había penetrado(p.99) pero ello no cambia el hecho de la agresión sexual padecida, aprovechándose además de su estado de salud. Ella luego fue su amante, lo que nos indica que Chirinos no poseía ninguna ética médica, rompió con lo que debía ser la relación médico-paciente, incluso con el juramento hipocrático que obliga a todo galeno a dar salud y a no infligir la muerte.
Pero Roxana como una amante nunca fue tratada por Chirinos con la ternura y delicadeza con la que se trata a una mujer amada: nunca le invitó a salir, nunca la llevó a restaurant, nunca la sedujo, ni la enamoró, nunca la llevó a hacer el amor en su propio apartamento ni a un hotel, nunca pasaron juntos ni un fin de semana. Incluso, lo que es peor, la gente que trabajaba en su clínica sabían lo que el doctor estaba haciendo él con ella en su consultorio. Y el amor sin intimidad, sin secreto entre los que se aman, no es amor, sin seducción tampoco es posible que dos cuerpos, que incluyen dos almas, dos espíritus, dos sensibilidades, puedan enamorarse. En el caso de Chirinos el amor nunca estuvo presente, siempre estuvo lejos, lo que hubo siempre fue la violencia.
Y Roxana, demasiado joven para sopesar lo que iba a hacer, cometió luego el error fatal: cuando decidió denunciarlo, lo que era justo, completamente escrupuloso, volvió a su consultorio a decirle lo que haría, no se dio cuenta quien era Chirinos, esa noche el psiquiatra la eliminó porque por vez primera había aparecido la persona que lo desenmascararía ante la sociedad.
EL DIARIO
Pero Roxana Vargas Quintero dejó el gran testimonio acusador. Chirinos desconoció siempre de su existencia. Se trataba de su diario personal: “Un diario manuscrito, algunas veces con lápiz de grafito, otras con tinta azul y negra, sobre el cual volcó con la honestidad desgarradora de lo oculto sus sentimientos sobre todo su entorno, incluido Chirinos. Nadie conocía ese diario. Ni Mariana que vivía con ella, ni su madre, ni sus amigos. A todos sorprendió encontrarlo allí, en su cuarto, cuando comenzó su búsqueda porque por primera vez no había llegado a casa. El diario colocado allí era como un último mensaje, como una carta de despedida, como la confesión de un moribundo que había sido testigo de un hecho delictivo y conocía la identidad del culpable” (p.27). Allí estaba dicho todo.Y por cierto, Roxana, estudiante de Comunicación Social, escribía muy bien.
Todos los fragmentos que cita Ibeyise Pacheco están escritos con exactitud y hasta con belleza. No estamos hablando, era muy joven aun, de una persona con las dotes para la escritura de un creador de fuste pero si de una persona que redactaba sus hojas con un estilo mucho mejor que con la simple corrección al consignar los datos de su vivir. Ojala que algún día se publique, serán unas páginas más para añadir a nuestra literatura autobiográfica.
PARA CERRAR
No dudamos que este libro de Ibeyise Pacheco no sólo perdurará como el acto de justicia que significa. Sin duda, será utilizado en las escuelas universitarias de Comunicación Social como modelo de reportaje sobre un homicidio.
No podemos cerrar sin citar otra vez a Herrera Luque y a aquella observación suya: “No hay nada peor que un psiquiatra corrompido”.
Notas relacionadas:
- Chirinos: "Una tragedia venezolana"
El libro de Ibeyise Pacheco nos lleva a una situación más honda: su indagación debe ser tenida a la vez como una inmersión en lo más hondo del malestar venezolano, aquí está expuesta una de las facetas más trágicas de la vida venezolana
No puede leerse sino con dolor, con estremecimiento, el impecable libro de Ibeyise Pacheco: *Sangre en el diván* (Caracas: Grijalbo, 2010. 253 p.) en el cual muestra la personalidad y homicidio cometido por el psiquiatra Edmundo Chirinos en la persona de una de sus pacientes, la joven estudiante Roxana Vargas Quintero(1989-2008).
Como investigación periodística, un rico sendero de la actividad de los reporteros en nuestro tiempo, este libro solo merece elogios, no hay un solo pasaje que sobre ni nada que falte. Es de hecho un hondo acto de justicia en una sociedad, como la nuestra de estos días, en que esta ha dejado de existir.
Es tan hondo lo que vamos leyendo al seguir a Ibeyise Pacheco en su indagación que lo primero que viene a nuestra mente al cerrar este terrible libro es volver a citar una frase muchas veces repetida por Francisco Herrera Luque (1927-1991) según la cual los venezolanos estábamos obligados a “no silenciar ni los actos dignos de reprobación como aquellos dignos de alabanza”. Aquí estriba una de las bases esenciales de este libro.
Nos hemos sentido obligados a redactar esta reseña porque hechos como el que se narra este libro no deben repetirse, ello porque lo más grave que vimos y que aquí encontramos registrado no es la existencia de un delincuente, todas las sociedades los tienen, sino la red de complicidad por décadas silenció esos hechos que ahora se han hecho públicos.
En el caso de *Sangre en el diván*, el título no puede ser más exacto, fue en el diván, centro litúrgico de la psicoterapia y de la sanación de los pacientes, en donde se cometió aquel bárbaro crimen.
Y aquí el libro de Ibeyise Pacheco nos lleva a una situación más honda: su indagación debe ser tenida a la vez como una inmersión en lo más hondo del malestar venezolano, aquí está expuesta una de las facetas más trágicas de la vida venezolana. En este caso es válida la pregunta el médico Miguel Ángel de Lima, entrevistado por la reportera: “¿Está la sociedad enferma?
Sí. Parece que se premia la mentira, los fraudes, el engaño. La sociedad en pos del éxito” (p.166). No hay que olvidar aquí la forma como en este país se han exaltado a los peores seres y lo mala madre que ha sido Venezuela de sus mejores hijos. Duele decirlo pero es así.
Tal el caso de Edmundo Chirinos (Churugara, Falcón,1933) quien pudo engañar a muchos durante mucho tiempo pero no a todos siempre, según la célebre frase del presidente norteamericano Abraham Lincoln (1809-1865).
El psiquiatra de quien se trata en *Sangre en el diván*, 12 de julio de 2008, asesinó en Caracas, en su propio consultorio de La Florida, a su paciente Roxana Vargas Quintero, entre las 7:30 y las 10 de la noche. Casi un año antes, en la primera sesión a la que asistió la joven a su consultorio, en el año 2007, la había dopado, violado y fotografiado desnuda, igual que a numerosas de sus pacientes, como lo comprobó la investigación policial. 1200 fotografías de mujeres desnudas aparecieron en su casa de habitación, no todas desde luego gráficas de sus pacientes, pero según la investigación policial, al menos 400 tenían esa procedencia.
Aquel hecho increíble, rápidamente descubierto, puso al descubierto en nuestra sociedad la existencia de un delincuente que se había movido entre nosotros sin que nadie sospechara su verdadera personalidad. Se le tenía solo como un mujeriego. Este había llegado a ser Rector de la UCV, parlamentario y participado en la política. Pero la verdad plena de quien era no había sido sospechada. Hubo personas, para nada amigas del médico que no creyeron en su culpabilidad hasta el día en que fue condenado en los tribunales. Hasta ese momento había parecido que todo aquello era increíble.
Así el suceso puso sobre el tapete, como indica la autora de *Sangre en el diván*, “El problema para Chirinos y su defensa no sólo era su posible responsabilidad en el homicidio contra Roxana Vargas. Al psiquiatra le había llegado el momento de confrontar denuncias numerosas que comenzaron a circular, en especial vía Internet, sobre abusos sexuales cometidos por el médico en ejercicio de funciones. El juicio moral comenzó a cobrar una fuerza impresionante” (p.75).
Habían explotado la acumulación de vicios y de corrupción personal, esta se había hecho pública, ya, por su último hecho, era imposible seguir ocultando la verdad. Está había estallado. La historia universal está llena de casos como este de Edmundo Chirinos, ¡no hay nada oculto bajo el sol!.
EL PSIQUIATRA
Todo lo que nos expone Ibeyise Pacheco es claramente coincidente con una personalidad enferma. Basta leer con atención el capítulo autobiográfico, lúcidamente titulado por ella “El delirio”, para darse cuenta que su personaje vivió en medio de sus mil fantasías. No sabemos al leer *Sangre en el diván* el origen de estas páginas: ¿le fueron dictadas por el propio Chirinos?¿o proceden de unas memorias que él redactó y no publicó, pero sobre la cual corrió la noticia de su existencia en nuestra comunidad intelectual? Sea cual sea su origen son en casi todos sus pasajes falaces, incluyen además afirmaciones, sobre todas las históricas, que pueden ser refutadas con un libro de historia de Venezuela en la mano. Y su idea de que toda idea novedosa procedía de él no puede ser más errónea. Es lastimoso leerlas. Al igual que la entrevista que le hizo Miyó Vestrini (1938-1991), que se recoge en el apéndice del volumen. Es impecable como todo lo que Miyó hizo en vida pero a la luz de lo que hoy conocemos del entrevistado no pueden ser tomadas en cuenta ninguna de sus respuestas.
EL DELINCUENTE
¿Cómo un delincuente de esa catadura anduvo entre nosotros, en el país, en la universidad, en el parlamento, sin que nos diéramos cuenta de quién era es la gran interrogante que subyace en el libro de Ibeyise Pacheco. Y ello porque se hace presente la sociedad de cómplices que lo encubrieron, los psiquiatras que atendieron a las pacientes violadas por él y guardaron silencio como si formaran parte de una sociedad de delincuentes de mutuo auxilio.
El personaje auscultado con tanta precisión por la periodista es sin duda un sexoadicto: es de esos hombres no pueden ver una mujer sin llevársela a la cama. Pero luego la olvidan, inmediatamente, porque como no sabe amar o no puede amar, cosa evidente en todo sexoadicto, no llega a tender lazos con ella.
No tiene conciencia, por su patología, no hay que ser psiquiatra para verlo así, de que no puede existir amor sin compromiso, sin sentir las huellas que una mujer amada deja en el hombre que la ama, por ello hay amores que nunca se olvidan, por eso hay amores que nunca acaban. Es por ello que hoy las mujeres reclaman tanto la llamada del hombre después de una noche de amor. Toda la literatura latinoamericana escrita por mujeres, que es fascinante para comprender el ser femenino, lo registra. Y la venezolana también, tal *El aplauso va por dentro* (1997) de Mónica Montañéz.
Pero este caso era distinto porque se trata de un enfermo: “Chirinos utilizaba la psiquiatría como excusa para abusar sexualmente de sus pacientes y cometer actos perversos, indignos” (p.200) como lo indica al investigador policial.
Tan grave es el asunto que los tres psiquiatras entrevistados por la autora para trazar el croquis de la personalidad perturbada del psiquiatra, y ahora homicida, “Chirinos de siempre, ha sido un seductor exagerado patológico” (p.158), indica el psicoanalista Rómulo Lander; Miguel Ángel de Lima, otro psiquiatra, “Chirinos es incapaz de amar. Solo se quiere él. No puede generar un vínculo real con nadie…También está su incapacidad de aprender de la experiencia” (p.165). Y la galeno Carmen Vallenilla, también entrevistada para *Sangre en el diván*, “Creerse Dios se llama narcisismo. Y para ser narciso, tú tienes que tener un buen nivel intelectual. No sólo belleza física. El narciso es el personaje que tiene la razón, la verdad en sus manos. Es capaz de hacer milagros. Hipnotiza, cautiva.
Todo lo que sucede a su alrededor se debe a él. Todo es producto de él, hasta donde su imaginación lo determine. Un narciso fácilmente se lleva la ética por delante. ¿Por qué no se la va a llevar? De hecho juega constantemente con la fama” (p.167-168). Y añade: “El comportamiento de Chirinos pareciera que no sólo tendría que ver con su narcisismo…siento que él tiene un problema con su sexualidad. El puede gozar, disfrutar del poder que tiene sobre alumnos, pacientes, pero yo lo siento aun más bizarro, más complicado…Además de otras características que tienen que ver con la falta de ética con los demás…A él no le importa nada, ni nadie” (p.168).
EL SUCESO
El asesinato de Roxana Vargas Quintero lo cometió Chirinos, de forma atroz, golpeándole la cabeza contra la pared, dejando lleno con la sangre de la muchacha el diván de su consultorio. Ello fue el 12 de Julio de 2008. Luego sacó el cadáver de su clínica y lo hizo arrojar en un vertedero de basura.
Siempre creyó que no sería descubierto, había vivido hasta ese día, toda su vida, al filo de la navaja. Pero aquella era su hora, no la menguada sino la de la justicia. Pero era imposible esconder el crimen dados los testigos de aquellos hechos, la hermana, los padres de la muchacha y sus amigos. La madre denunció al siquiatra ante las autoridades. Cuatro días más, el 16 de julio, la opinión pública conocía quien había sido el autor del homicidio.
De hecho comenzaron a aparecer otras víctimas, entre ellas una señora mayor, que había sido paciente del psiquiatra, también ella había sido violada por él. No pudo defenderse entonces pero guardó las pruebas: la ropa que llevaba ese día, toda llena del semén de Chirinos, la entregó a la policía. Inmediatamente también empezaron a conocerse las numerosas denuncias hechas por pacientes mujeres de Chirinos por hechos similares, varias de estas están presentadas en *Sangre en el diván*.
Tras el asesinato, la investigación cuidadosamente llevada adelante por el criminalista Orlando Arias, impecable sabueso quien cuidó siempre que la política no influyera en sus pesquisas, conocía bien la vinculación de Chirinos con el gobierno. En esa labor la inmensa red de mentiras dichas por Chirinos lograron quedaron al descubierto y ser refutadas, una tras otra, por el paciente detective Arias. El 29 de julio de 2008 le fue formulada a Chirinos la acusación por homicidio intencional; al día siguiente, 30 de julio, fue detenido; el 29 de septiembre 2010 fue condenado 20 años de prisión y se prohibió del ejercicio de la psiquiatría.
ROXANA
Lo que sucedió a Roxana Vargas Quintero, no pudo ser peor, rindió la vida en manos del psiquiatra. Todo de forma inocua. Ella fue primero su paciente. La primera cita fue el 30 de septiembre de 2007, un año antes de su homicidio. En ese primera cita el abuso sexual cometido no puede ser sino calificado como una violación (p.18). Violación es siempre, a nuestro entender, cualquier relación tenida sin la aceptación plena de la mujer, incluso cuando se trata de una esposa. La misma Roxana confesó en su blog que en ese primera relación él no la había penetrado(p.99) pero ello no cambia el hecho de la agresión sexual padecida, aprovechándose además de su estado de salud. Ella luego fue su amante, lo que nos indica que Chirinos no poseía ninguna ética médica, rompió con lo que debía ser la relación médico-paciente, incluso con el juramento hipocrático que obliga a todo galeno a dar salud y a no infligir la muerte.
Pero Roxana como una amante nunca fue tratada por Chirinos con la ternura y delicadeza con la que se trata a una mujer amada: nunca le invitó a salir, nunca la llevó a restaurant, nunca la sedujo, ni la enamoró, nunca la llevó a hacer el amor en su propio apartamento ni a un hotel, nunca pasaron juntos ni un fin de semana. Incluso, lo que es peor, la gente que trabajaba en su clínica sabían lo que el doctor estaba haciendo él con ella en su consultorio. Y el amor sin intimidad, sin secreto entre los que se aman, no es amor, sin seducción tampoco es posible que dos cuerpos, que incluyen dos almas, dos espíritus, dos sensibilidades, puedan enamorarse. En el caso de Chirinos el amor nunca estuvo presente, siempre estuvo lejos, lo que hubo siempre fue la violencia.
Y Roxana, demasiado joven para sopesar lo que iba a hacer, cometió luego el error fatal: cuando decidió denunciarlo, lo que era justo, completamente escrupuloso, volvió a su consultorio a decirle lo que haría, no se dio cuenta quien era Chirinos, esa noche el psiquiatra la eliminó porque por vez primera había aparecido la persona que lo desenmascararía ante la sociedad.
EL DIARIO
Pero Roxana Vargas Quintero dejó el gran testimonio acusador. Chirinos desconoció siempre de su existencia. Se trataba de su diario personal: “Un diario manuscrito, algunas veces con lápiz de grafito, otras con tinta azul y negra, sobre el cual volcó con la honestidad desgarradora de lo oculto sus sentimientos sobre todo su entorno, incluido Chirinos. Nadie conocía ese diario. Ni Mariana que vivía con ella, ni su madre, ni sus amigos. A todos sorprendió encontrarlo allí, en su cuarto, cuando comenzó su búsqueda porque por primera vez no había llegado a casa. El diario colocado allí era como un último mensaje, como una carta de despedida, como la confesión de un moribundo que había sido testigo de un hecho delictivo y conocía la identidad del culpable” (p.27). Allí estaba dicho todo.Y por cierto, Roxana, estudiante de Comunicación Social, escribía muy bien.
Todos los fragmentos que cita Ibeyise Pacheco están escritos con exactitud y hasta con belleza. No estamos hablando, era muy joven aun, de una persona con las dotes para la escritura de un creador de fuste pero si de una persona que redactaba sus hojas con un estilo mucho mejor que con la simple corrección al consignar los datos de su vivir. Ojala que algún día se publique, serán unas páginas más para añadir a nuestra literatura autobiográfica.
PARA CERRAR
No dudamos que este libro de Ibeyise Pacheco no sólo perdurará como el acto de justicia que significa. Sin duda, será utilizado en las escuelas universitarias de Comunicación Social como modelo de reportaje sobre un homicidio.
No podemos cerrar sin citar otra vez a Herrera Luque y a aquella observación suya: “No hay nada peor que un psiquiatra corrompido”.
Notas relacionadas:
- Chirinos: "Una tragedia venezolana"
Etiquetas: Sociología
Sunday, March 6, 2011
Lina Ron ¿Sembrada en el amor del pueblo?… o en la ignominia.
JOAQUIN CHAFFARDET
jchaffardet@gmail.com
En nuestro país es casi una obligada tradición que al fallecimiento de una persona le sigue un automático “perdón de los pecados”, siendo que para quienes somos, o creemos ser, cristianos tal perdón solamente lo puede otorgar Dios. Perdón que dependiendo de la fe que profese cada quien se obtiene de diferentes maneras. Pero los venezolanos, que somos “buena gente”, sensibleros y adicionalmente cortos de memoria histórica, usurpamos esa potestad del Supremo y rápidamente procedemos a perdonar cualquier conducta reprochable y condenable del fallecido. Es como si la mujer de la guadaña venezolana se llevara consigo a la eternidad los daños y tropelías que en vida cometió el fallecido, dejándolo libre de pecado en la tierra de los mortales.
Hoy hemos sido sorprendidos con la noticia de la muerte de la impropiamente calificada por sus copartidarios y los medios de comunicación como la
“dirigente” o “líder social” o “comandante” Lina Ron. Personaje que no pasaría de ser uno de tantos que adornan la picaresca y el folklore criollo, por sus disfraces de militar y sus cabellos teñidos de amarillo chillón que parecían tratar de ocultar su origen étnico. Pero Lina Ron fue más que un personaje folklórico, fue un personaje siniestro, actor y producto de la siembra de odio y violencia por parte de quien fue la razón de su vida y de su accionar: El Iluminado de Sabaneta.
Lina Ron se presentó y cultivó para sí la imagen de la violencia física y verbal con el apoyo expreso o tácito del régimen. Sus agresiones de toda índole, físicas, armadas y verbales contribuyeron a sembrar odio, temor y dolor en individualidades e instituciones. Invasiones y asaltos a mano armada de edificios y otros inmuebles en complicidad con los verdaderos estafadores inmobiliarios. Promotora de actos de terrorismo como la bomba en Fedecamaras. Su actividad, desde el primer día en que apareció en la escena pública, estuvo signada por el atropello y la violencia con alevosía y ventaja, apoyada en la complicidad y la complacencia del régimen. Sus acciones se encuadran dentro de lo que se denomina terrorismo de Estado. El grupo de facinerosos armados por el régimen y dirigidos por ella en poco se diferencian de los Tonton Macoutes de Duvalier o de los Paleros de Chapita Trujillo, que sembraban el terror en la población y cobraron la vida de miles de ciudadanos en Haití y República Dominicana.
Lina Ron fue cultora y predicadora del odio y la violencia, practicante apasionada del culto a la personalidad, eufemismo para decir jalabolismo, de su comandante presidente. Una de sus frases famosas en este sentido fue "Con Chávez todo, sin Chávez plomo", clara expresión su primitivismo que no era sino el mismo del régimen chavista.
Las agresiones de Lina Ron tuvieron como víctimas a simples ciudadanos que manifestaban pacíficamente contra el régimen, instituciones como Globovisión, El Nacional, RCTV, el Arzobispado, embajadas, Fedecámaras, etc.
Actos de terrorismo que llevó adelante siempre con el apoyo abierto del gobierno y en particular de la Guardia Nacional y los cuerpos de seguridad.
Para llevar adelante sus tropelías, Lina Ron y sus grupos de delincuentes disponían, y disponen todavía, de armas de fuego de todo tipo y de bombas lacrimógenas provistas, sin duda alguna, por el mismo gobierno.
Lina Ron, tenía “licencia para agredir y hasta para matar” emitida por el mismo Iluminado de Sabaneta. Gozó a lo largo de su trayectoria de agente de la violencia de impunidad total. Por supuesto, no hubo juez que culminara ninguno de los procesos que se intentaron contra ese destacado icono de la violencia delincuencial oficialista. Lina Ron fue la imagen más cruda pero quizás la más ajustada a la verdadera naturaleza del régimen que acogota a los venezolanos. Paradójicamente, su rival en materia de violencia fue su idolatrado comandante presidente al que, por razones obvias, nunca pudo superar. A lo mejor esa circunstancia le habrá permitido viajar al más allá con la tranquilidad de no haber traicionado su eterna lealtad a su comandante presidente.
Lina Ron pasará a la historia pequeña de la patología nacional como cultora del odio y de la violencia. Su rostro, su voz, su lenguaje y sus disfraces militares que proyectaban con precisión sus oscuros sentimientos, le permitirán a las futuras generaciones hacerse una idea de los desmanes del “socialismo del Siglo XXI” y de la boliburguesía chavista que hemos tenido que soportar los venezolanos de hoy.
Para el oficialismo es una pérdida importante. Es la pérdida de uno de los iconos de la violencia del régimen. En nombre del régimen adolorido y consternado, el inefable Izarra, al anunciar la muerte de esta prócer del proceso, escribió en twitter: "Honor y gloria a Lina Ron. Quedará por siempre sembrada en el amor del pueblo". “Honor y gloria a Lina Ron” es “honor y gloria a la violencia y al primitivismo chavista”. Y como se anunció será enterrada en Cementerio General del Sur, Lina no quedará “por siempre sembrada no en el amor del pueblo”, sino sembrada por siempre en la ignominia que es ese cementerio para los caraqueños y para todos los venezolanos. Es la elección más apropiada para depositar sus restos mortales. En su sepelio, como en el de cualquier malandro capitalino, no faltarán los grupos de delincuentes motorizados haciendo tiros al aire y amedrentando a los compradores y vendedores del mercado popular de El Cementerio.
Con la muerte de Lina Ron desaparece un importante agente de la violencia y la inseguridad que hoy atormenta a los venezolanos. Su desaparición, después de las sucesivas desapariciones de Luis Tascón perseguidor de la libertad y promotor de la persecución política, de William Lara promotor de la censura y enemigo de la libertad de expresión, de Guillermo García Ponce homicida de vieja data, ideólogo del PSUV y adulterador de la verdad desde el panfleto oficialista VEA, de Muller Rojas promotor de la destrucción de las fuerzas armadas, pareciera ique la sabia naturaleza se ha tomado muy en serio el allanarnos en alguna medida el camino hacia la liquidación del totalitarismo.
jchaffardet@gmail.com
En nuestro país es casi una obligada tradición que al fallecimiento de una persona le sigue un automático “perdón de los pecados”, siendo que para quienes somos, o creemos ser, cristianos tal perdón solamente lo puede otorgar Dios. Perdón que dependiendo de la fe que profese cada quien se obtiene de diferentes maneras. Pero los venezolanos, que somos “buena gente”, sensibleros y adicionalmente cortos de memoria histórica, usurpamos esa potestad del Supremo y rápidamente procedemos a perdonar cualquier conducta reprochable y condenable del fallecido. Es como si la mujer de la guadaña venezolana se llevara consigo a la eternidad los daños y tropelías que en vida cometió el fallecido, dejándolo libre de pecado en la tierra de los mortales.
Hoy hemos sido sorprendidos con la noticia de la muerte de la impropiamente calificada por sus copartidarios y los medios de comunicación como la
“dirigente” o “líder social” o “comandante” Lina Ron. Personaje que no pasaría de ser uno de tantos que adornan la picaresca y el folklore criollo, por sus disfraces de militar y sus cabellos teñidos de amarillo chillón que parecían tratar de ocultar su origen étnico. Pero Lina Ron fue más que un personaje folklórico, fue un personaje siniestro, actor y producto de la siembra de odio y violencia por parte de quien fue la razón de su vida y de su accionar: El Iluminado de Sabaneta.
Lina Ron se presentó y cultivó para sí la imagen de la violencia física y verbal con el apoyo expreso o tácito del régimen. Sus agresiones de toda índole, físicas, armadas y verbales contribuyeron a sembrar odio, temor y dolor en individualidades e instituciones. Invasiones y asaltos a mano armada de edificios y otros inmuebles en complicidad con los verdaderos estafadores inmobiliarios. Promotora de actos de terrorismo como la bomba en Fedecamaras. Su actividad, desde el primer día en que apareció en la escena pública, estuvo signada por el atropello y la violencia con alevosía y ventaja, apoyada en la complicidad y la complacencia del régimen. Sus acciones se encuadran dentro de lo que se denomina terrorismo de Estado. El grupo de facinerosos armados por el régimen y dirigidos por ella en poco se diferencian de los Tonton Macoutes de Duvalier o de los Paleros de Chapita Trujillo, que sembraban el terror en la población y cobraron la vida de miles de ciudadanos en Haití y República Dominicana.
Lina Ron fue cultora y predicadora del odio y la violencia, practicante apasionada del culto a la personalidad, eufemismo para decir jalabolismo, de su comandante presidente. Una de sus frases famosas en este sentido fue "Con Chávez todo, sin Chávez plomo", clara expresión su primitivismo que no era sino el mismo del régimen chavista.
Las agresiones de Lina Ron tuvieron como víctimas a simples ciudadanos que manifestaban pacíficamente contra el régimen, instituciones como Globovisión, El Nacional, RCTV, el Arzobispado, embajadas, Fedecámaras, etc.
Actos de terrorismo que llevó adelante siempre con el apoyo abierto del gobierno y en particular de la Guardia Nacional y los cuerpos de seguridad.
Para llevar adelante sus tropelías, Lina Ron y sus grupos de delincuentes disponían, y disponen todavía, de armas de fuego de todo tipo y de bombas lacrimógenas provistas, sin duda alguna, por el mismo gobierno.
Lina Ron, tenía “licencia para agredir y hasta para matar” emitida por el mismo Iluminado de Sabaneta. Gozó a lo largo de su trayectoria de agente de la violencia de impunidad total. Por supuesto, no hubo juez que culminara ninguno de los procesos que se intentaron contra ese destacado icono de la violencia delincuencial oficialista. Lina Ron fue la imagen más cruda pero quizás la más ajustada a la verdadera naturaleza del régimen que acogota a los venezolanos. Paradójicamente, su rival en materia de violencia fue su idolatrado comandante presidente al que, por razones obvias, nunca pudo superar. A lo mejor esa circunstancia le habrá permitido viajar al más allá con la tranquilidad de no haber traicionado su eterna lealtad a su comandante presidente.
Lina Ron pasará a la historia pequeña de la patología nacional como cultora del odio y de la violencia. Su rostro, su voz, su lenguaje y sus disfraces militares que proyectaban con precisión sus oscuros sentimientos, le permitirán a las futuras generaciones hacerse una idea de los desmanes del “socialismo del Siglo XXI” y de la boliburguesía chavista que hemos tenido que soportar los venezolanos de hoy.
Para el oficialismo es una pérdida importante. Es la pérdida de uno de los iconos de la violencia del régimen. En nombre del régimen adolorido y consternado, el inefable Izarra, al anunciar la muerte de esta prócer del proceso, escribió en twitter: "Honor y gloria a Lina Ron. Quedará por siempre sembrada en el amor del pueblo". “Honor y gloria a Lina Ron” es “honor y gloria a la violencia y al primitivismo chavista”. Y como se anunció será enterrada en Cementerio General del Sur, Lina no quedará “por siempre sembrada no en el amor del pueblo”, sino sembrada por siempre en la ignominia que es ese cementerio para los caraqueños y para todos los venezolanos. Es la elección más apropiada para depositar sus restos mortales. En su sepelio, como en el de cualquier malandro capitalino, no faltarán los grupos de delincuentes motorizados haciendo tiros al aire y amedrentando a los compradores y vendedores del mercado popular de El Cementerio.
Con la muerte de Lina Ron desaparece un importante agente de la violencia y la inseguridad que hoy atormenta a los venezolanos. Su desaparición, después de las sucesivas desapariciones de Luis Tascón perseguidor de la libertad y promotor de la persecución política, de William Lara promotor de la censura y enemigo de la libertad de expresión, de Guillermo García Ponce homicida de vieja data, ideólogo del PSUV y adulterador de la verdad desde el panfleto oficialista VEA, de Muller Rojas promotor de la destrucción de las fuerzas armadas, pareciera ique la sabia naturaleza se ha tomado muy en serio el allanarnos en alguna medida el camino hacia la liquidación del totalitarismo.
Saturday, March 5, 2011
Así no era la guarimba
Así no era la guarimba
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07 de Marzo de 2004
EL UNIVERSAL
Hace año y medio que rueda por la red la información sobre la táctica de la guarimba que recién ahora el oficialismo dice "descubrir" como otra fase del plan golpista-fascista que seguro apoya el imperialismo yanqui: ¿Cuántos cauchos habrá aportado la CIA? El promotor de esta idea que circula en una base de datos de correo electrónico que ya suma más de 300 mil direcciones es Robert Alonso, cubano llegado a Venezuela en 1961, comunicador social, ex productor de televisión, autor de libros anticastristas y es miembro del radical Bloque Democrático. Aunque quizás sea mejor ubicable con otras señas: es el hermano de la actriz María Conchita Alonso.
La estrategia impulsada por Alonso es sencilla. Y según él, aplicada correctamente sería demoledora. La guarimba se hace protestando en la calle, pero justo frente a la casa o el edificio donde uno vive, trancando las vías y estando preparados para la "retirada estratégica" ante la acción de los órganos represores o los civiles armados defensores del chavismo que ya andan soltando plomo a placer amparados en el celestinaje oficial.
La tesis es que si la guarimba se multiplica en las principales ciudades del país las 24 horas del día, ante algo de esa magnitud los componentes de la Fuerza Armada no tendrán suficiente capacidad de actuar, ni suficientes balas ni suficiente coraje como para atacar a cientos de manifestaciones simultáneas y el país colapsará. El resultado final debería ser la caída del Gobierno una vez que los "militares institucionalistas" _¿existen?_ se nieguen a aplicar el sangriento Plan Avila.
El problema, advierte Alonso, es que lo que se ha visto en los últimos días es "una versión chimbísima de la guarimba. Se está dejando de lado lo más importante que es el refugio y el no confrontar a la Guardia Nacional. Lo que está sucediendo es lamentable porque se van a perder muchas más vidas. Yo lo que he planteado es que se tranquen las vías hasta lograr un verdadero paro, pero evitando la violencia. Incluso, la guarimba no necesita que la gente se exponga, porque las vías se pueden trancar hasta con los carros de uno. Imagina cientos de carros atravesados en las vías..."
Por estos días todo el mundo habla de esta táctica y en la red aparecen nuevos ideólogos de la guarimba y hasta se ha acuñado el verbo "guarimbear". El chavismo la denuncia como plan terrorista, los manifestantes la invocan como única arma ante la confiscación del revocatorio y algunos familiares de la gente que ha ido muriendo ven en ella a la culpable de su tragedia: "Me han llegado correos donde me dicen que por mi culpa han muerto esos muchachos en la calle. ¡Coño, si yo nunca he dicho que enfrenten con piedras a la Guardia! El concepto clave, lo he dicho siempre y lo pueden ver en mi página web, es el de refugio. En estos momentos es muy fácil caer en la violencia porque la gente está muy molesta y porque la masa no sigue instrucciones. Así no llegamos a nada. Y estoy seguro que en las manifestaciones hay gente infiltrada del Gobierno que se encarga de alentar la violencia para que sirvamos de carne de cañón y se infunda el terror entre los opositores".
Para Alonso esta guarimba a medio hacer ha demostrado su potencial. Pero se está perdiendo el esfuerzo y anulando el mecanismo: "Esta situación descontrolada lo único que tiene de guarimba es el nombre. No podemos enfrentarnos así al Ejército".
Tuesday, March 1, 2011
Asunto: ¡ GADDAFI Y YO PA' LOS QUE SALGAN !
Agustin Blanco Muñoz
¡ GADAFI Y YO PA’ LOS QUE SALGAN !
Agustín Blanco Muñoz
Querido Muammar, sé que estás pasando por las dificultades que te está creando una contrarrevolución que no has liquidado. Error mayor.
Yo te lo recalqué, cuando en Margarita te entregué la réplica de la Espada de Bolívar que camina por la América Latina, para que la pusieras a lo mismo por allá.
Y te dije: no olvides que tu revolución como la mía dependen de nosotros y que el imperio y aliados andan buscando como acabarnos por la vía del magnicidio o el golpe de Estado.
Te advertí que tenías que ponerte pila y copiarte de mí la idea de mantener un aparato supuestamente democrático que te librara de la acusación de dictadores como Ben Alí o Mubarak.
Yo, desde un inicio, me hice pasar por un demócrata que venía a introducir cambios en una situación de grave crisis. Y así me gané al reformismo.
Pero yo iba por el cambio del sistema y con esto me embolsillé a los radicales. Y sin mayores aspavientos, gané espacios y hoy soy materialmente el dueño de quienes algunos por ahí califican de ex país.
Y mi plan no era nuevo. Yo ingresé a las fuerzas armadas para conspirar. Yo creo que nací con esa ambición de poder. Imagínate que mí abuela Rosinés decía: ¡cará a ese muchacho lo que le gusta es mandar!
Y, en efecto, desde que me metí en las FAN, esa era mi única meta. Y a los 10 años ya estaba conspirando contra la democracia corrupta y asesina.
En medio del despelote del 27F-89 vimos que no había gobierno y que si no es por la actuación de la fuerza armada, el estallido social se lleva en los cachos al gocho y su tren gubernamental.
Este levantamiento produjo condiciones favorables, que no aprovechamos por falta de organización y fue a fines del 91 cuando estuvimos listos para dar el golpe.
El 04F-92 nos lanzamos y fracasamos pero luego la gente atendió nuestro llamado electoral y arrasé con la presidencia el 06/12/98. Después he ganado algo así como 12 o 14 elecciones.
De modo que nadie me puede acusar de dictador, porque además, siempre he ganado con la ayuda de las negociaciones adelantadas con ‘las oposiciones’.
Por eso hoy avanzamos tranquilos hacia la construcción de un socialismo cada vez más profundo, concreto y trascendente. ¡Eh!
Y no olvides, hermano Muammar, que sólo la revolución paga dividendos. En un inicio sabíamos que el socialismo sólo lo puede imponer la dictadura del proletariado, si lo hay. Pero nosotros superamos a Marx y a Engels y demostramos que unos golpistas militaristas revolucionarios como nosotros, podían convertirse en una vanguardia que está y seguirá vigente.
Por eso yo metí a socialistas a todos mis compañeros militares. Y a eso le sumé mis otros tarifados en misiones, consejos comunales, cooperativas, milicias, comunas.
Y si alguien se me alza le aplico la fuerza del Estado para controlarlo. Así tengo asegurado mi mando-poder hasta que me de la gana por la vía del fraude-trampa, la compra-venta de votos y el quiquiriguiqui que hacemos con las oposiciones.¿Eh?
Por todo esto te digo que debes declararte en emergencia y liquidar la contra que está ligada al imperio y sus aliados para atacarte.
No puedes dejar que las protestas tomen más cuerpo. Recuerda mi 11 de abril del 2002. Me dejé de tontería. Apliqué la violencia a tiempo y mira donde estoy.
Insisto: tienes que salvar tú revolución a como dé lugar. Tú y yo somos el todo de nuestros procesos. Si morimos se acabarían nuestras revoluciones, Fidel siempre lo dice.
Tú y yo, más allá de ser presidentes, como bien lo dijiste, somos los líderes, los salvadores, los mitos, símbolos, guías de la revolución. Los gloriosos hijos de Bolívar y Fidel.
Los elegidos para traer esplendor y futuro a nuestras patrias. Y nos rinden el debido y obligado culto, veneración y respeto.
Y por ello hay que mantener un control cada vez mayor del colectivo, desde la primera niñez. Y para esto es muy importante que las nuevas generaciones sólo piensen socialistamente.
Para eso ya tenemos un plan Canaima para envenenar a los niños con un pensamiento único.
No olvides que debemos empaquetar a todos los que podamos en la construcción del socialismo del siglo XXI, y que hagamos valer nuestra grandezas en cada paso que damos. Pero siempre dando la sensación de que somos demócratas.
Fíjate, por ejemplo, el problemón que tenía con la huelga de hambre de los estudiantes de derecha pidiendo la libertad de los presos políticos.
La protesta crecía, y como aquí hay muchos que me identifican contigo, me tuve que sacudir de un posible Efecto Gaddafi y les ofrecí poner en libertad condicionada a unos presos que tienen cumplida la pena. Aceptaron y los desmantelé.
Cosas así son las que tienes que hacer. Inventa un tal llamado al diálogo y di que estás dispuesto a montar una democracia como la mía, con una oposición como la que me ayuda a mí, y te aseguro que estarás en el mando-poder hasta más allá de tu muerte.
No hace falta que te inmoles. Pero, si por alguna razón caes, no te olvides que tienes donde llegar. Aquí te recibiremos, con las honras que te mereces, para seguir luchando, desde las trincheras que sea. Revolución, socialismo o muerte, venceremos!
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